Estamos de celebración, no sólo porque hoy 5 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Empresa Familiar, sino, y esto es lo más importante, porque estamos asistiendo a hechos insólitos en nuestra Comunidad. Me estoy refiriendo a la inauguración hace unos días del nuevo macro espacio deportivo para el baloncesto valenciano llamado L’Alqueria del Basket que ha sido posible gracias a la generosidad íntegra del propietario del Valencia Basket y empresario familiar, Juan Roig, el cual ha desembolsado los 18 millones de euros que ha costado el nuevo pabellón deportivo.
Aprovecho este artículo para poner de relieve la importancia de la continuidad de las empresas familiares – a través de los protocolos familiares – por cuanto que, en gran medida, de la misma dependen muchos de los mecenazgos que tiene nuestro deporte hoy en día. O lo que es lo mismo, si muere una empresa familiar, puede arrastrar con ella una parte de los clubes y/o entidades deportivas que se sustentan gracias a la generosidad de ciertos empresarios familiares que apuestan por ellos a fin de que no se vean abocados al cierre o al traslado de manos en algunos casos a propietarios y gestores, algunos de ellos extranjeros.
El apoyo económico de los empresarios familiares y familias empresarias al deporte es evidente. Al respecto encontramos al mencionado Juan Roig, presidente de Mercadona y del Valencia Basket, su hermano Fernando Roig, presidente de Pamesa Cerámica y del Villarreal C.F., Amadeo Salvo, director de la empresa familiar internacional Power Electronics y presidente del Unión Deportiva Ibiza-Eivissa, Miguel Ángel Gil Marín, copropietario mayoritario del Club Atlético de Madrid S.A.D., por mencionar algunos.
Pero no sólo algunos empresarios familiares y familias empresarias financian el deporte, tenemos supuestos en que – como cualquiera de las empresas familiares que mueren sin continuidad – son ellos los propietarios de clubes deportivos y también cierran sin sucesión.
Este es el caso de la desaparición del mítico club de baloncesto femenino valenciano Ros Casares Valencia (Godella 1996), propiedad de la familia empresaria del mismo nombre, y desaparecido en mayo de 2012, tras el comunicado que realizó el presidente de la entidad, German Ros cuando el equipo estaba en la élite femenina del basket europeo aportando grandes momentos gloriosos al baloncesto femenino nacional e internacional durante los 13 años que duró su existencia.
Todo ello nos debe llevar a una doble reflexión a empresarios familiares, familias empresarias y a la clase política en general. ¿En qué direcciones? Por un lado, promover y adoptar medidas para hacer posible la continuidad de las empresas familiares fomentando y ayudando a la adopción de los protocolos familiares a fin de posibilitar su continuidad. Por el otro y al mismo tiempo, apoyar las inversiones del sector privado – tanto empresariales como individuales-, en un mundo tan importante como es el deporte, con el objetivo de facilitar e instrumentalizar mecanismos legales que incentiven y promuevan este tipo de mecenazgos. Hace falta, de verdad, un impulso institucional y potenciar la Ley de Mecenazgo para la Cultura y el Deporte.
Empresa Familiar y deporte van de la mano, y no es nada extraño. Ambos comparten valores y principios para crear una sociedad mejor, más rica y evolucionada desde la base, que no es otra que las generaciones de niños y niñas en cuya edad infantil se filtran los principios rectores de su conducta en la vida.
En esta etapa se forjan los hombres y mujeres del mañana y de todos depende que esos niños y niñas se formen jugando a la pelota en cualquier parque callejero (con los riesgos que supone) o en una cancha con profesionales, rigor, disciplina deportiva y conocimientos.
Mens sana in corpore sano, reza esta expresión latina y nada hay más cierto, pues supone los cimientos alimenticios del cuerpo, mente y espíritu del individuo. Por todo ello, desde aquí aplaudo la generosa iniciativa de estos empresarios familiares, mecenas del deporte, que están construyendo una parte de nuestra Historia colectiva a base de ejemplo, profesionalidad, familiaridad y altruismo, apostando por el deporte como vía de ocupación constructiva para aportar valor a esta sociedad formando a futuros valores.